"El recuerdo se construye a distancia como una obra de arte, pero como una obra de arte ya lejana que se hace directamente acreedora del título de ruina, porque, a decir verdad, por muy exacto que pueda ser en los detalles, el recuerdo jamás ha constituido la verdad de nadie"

(Marc Auge, El tiempo en ruinas) 

"Una ruina es un accidente en cámara lenta"

(Jean Cocteau, Mi primer viaje) 

Usualmente rehacemos nuestro concepto de lo que fue el pasado basados en ideas colectivas o individuales de lo que recordamos o creemos recordar. Hacemos nuevas conexiones e interpretaciones, que van variando con el tiempo, de hechos antiguos; y muchas veces usamos estos fragmentos, estos recuerdos modificados, como forma de justificar nuestro presente.

Borges decía, que el pasado no tiene realidad propia, sino como recuerdo presente, así como el futuro no es más que la esperanza presente.

A. Dolina tenía la teoría, al respecto, de que los textos, los fragmentos de textos y las huellas que nos llegan de la historia y las civilizaciones pasadas, y que nosotros intentamos reconstruir e imaginar sus faltantes, para así poder imaginar a la civilización que los creó y que a su vez creó nuestro pasado y nuestra historia; en realidad, habían sido ya creados así, como fragmentos inconclusos, como recuerdos, como algo incompleto. El pasado habría sido creado como ruinas, y no nos llegó en forma de ruinas por el paso del tiempo y de los años.

Para la presente obra generé una serie de retratos, situaciones y anotaciones utilizando mis cuadernos de viaje de años pasados. Mezclando a sus protagonistas y a sus contextos, en una cronología inexistente, que cambia el sentido y presenta los hechos como se podría dar en una reinterpretación de nuestra cabeza. Y fragmentado, roto, como nuestros recuerdos, como una adaptación sucesiva, en donde la realidad supuesta y sus personajes, pasan de ser una idea en un cuaderno, a ser reconvertidos en una pintura, a ser observados e interpretados por el espectador.