SIN TÍTULO (ESCALERA)

24cm x 40cm x 35cm (sin base)

motor, piedra, madera, chapa

Que cuando miro el cielo ya no estaba donde la última vez.

¿Cuánto dura una vuelta? ¿Quién repite el mismo camino sin dejar huellas? La responsabilidad de esconder un mecanismo perfecto, un sistema diseñado especialmente por manos secretas. Evidenciando los opuestos necesarios para ver crecer las plantas, donde no existe el despacio ni lo lento, es el pulso exacto que bombea las mareas, trae la lluvia, completa el ciclo y lo arranca de nuevo.


Repetir un movimiento para siempre.

Diagramar las partes.

Calcular uniones.

Respetar los vértices.


Hablamos esa noche, nombramos las cosas, hablamos como si nos fueran a separar grandes distancias, tierras separadas por kilómetros de agua. Hablamos como dos que se entienden, y se divierten con las diferencias, que las expanden o las achican para encontrar el equilibrio que mantiene todo en su punto. Como un dibujo fresco, aguado, recién pintado, que al ser rozado por la manga de una prenda corre su trazo y deja una marca, una estela más clara, difusa, el sin querer de todos los actos. Mini accidentes cotidianos que otorgan esa gracia espontánea a la forma fija y hacen de la escena una nueva trama.


Caminamos mirando el piso, buscando piedras, las medíamos con una regla de metal, algunas las descartábamos, otras las guardábamos en una bolsa de tela. Llevábamos madera, varillas de hierro, restos de cerámica. Teníamos en una mochila los materiales más grandes y en la bolsa de mano pedazos de espejo, algunas otras piedras, un pedazo de chapa, guardaste las baterías en un bolsillo y en el otro la linterna.

Caminamos, encerrados en un loop sin desgaste, indagando sobre el cielo, buscando el secreto, queriendo develar algo de ese mecanismo hipnótico, pensando la forma de una máquina diseñamos en el aire dispositivos para atrapar el tiempo. Con un palo escribimos en el piso, hicimos cálculos que al otro día no entendimos. Miramos desde la oscuridad, atraídos por lo desconocido, ansiosos como aprendices de algo imposible, entusiasmados aunque en el fondo sabíamos que lo hermoso de todo esto es justamente, inexplicable.


                                                                                                                                      (Paloma Pollan, texto de sala 'Título temporal') 

"Los dioses habían condenado a Sísifo a subir sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza."

                                                                                                                                                                                            (Camus, 1951)