"Los que piensan que todas las sensaciones nos llegan a través del ojo y el oído, han manifestado que se han sorprendido al ver que yo notara, en aquel lugar de campo, alguna diferencia, excepto, posiblemente, la ausencia de pavimento, de la que existe entre caminar en las calles de la ciudad y las carreteras campestres. Se olvida que es todo mi cuerpo el que vive sujeto a las condiciones que me rodean. (...) El rodado de los caminos sobre el duro pavimento y la monotonía del ruido que acompaña al funcionamiento de las maquinarias, torturan aún más los nervios, si nuestra atención no se halla distraída por el panorama siempre presente en las calles ruidosas ante las personas que gozan de la vista."

                                                                                                                                                 (Helen Keller, La historia de mi vida)